
"MAGA" UN ABIGARRADO POEMA QUE SELLA A LOS SERES HUMANOS EN SU LARGA O CORTA VIDA POR LA LUCHA, SACRIFICANDOLO TODO PARA ALCANZAR EL AMOR LA ESPERANZA Y L A FE EN MEDIO DE ESTA GRAN OSCURIDAD.
Maga
I
Ahí estabas vos, último trazo
célico, Maga inasequible, cual efímera
corona de primaveras al pie del olfato
metálico, inservible, del prócer de guerras
y pólvora: incienso y mirra del insensato
detestado por las madres de esta tierra
—Matribus detestata—.
América atávica trágica,
inmolada por concordatos,
imperios y prevaricatos
por el oro, la tierra y la plata…
Atroz lucro del heráldico hato
oligárquico y su democracia
hecha y derecha con mandatos
de atraco, expolio y desgracia.
Será el rencor…
que dijo eso. Será un lucero
sin resplandor
ni en los pormenores ni en los peros
de la Vía Láctea…
Será un cuerpo terrenal, que no de Perseo,
cuyo honor irascible
cubre su máximo deseo
a prueba de amores insensibles.
II
Los espacios de luz, eclipsas con brillo.
Franca. Maga inevitable. Lírica Mágica Mítica
por los cuatro costados de tu libre albedrío.
Digna y Latina, nada deseable miras
cuando ves aun lo que no debes, rocío
de plenitud inescrutable…
Dices algo, o mucho,
con ese descansado gesto.
Y con tu mirar traducís profanas añoranzas
en la que no aporto
una sola remembranza
prestada. Y yo,
cuando hurgo y purgo en los siglos
cada recuerdo ajeno y querido tuyo,
todo lo soporto, y de nada me libro.
Esplendes sobre las evocaciones tenues
de una época que parece desprenderse
de un bárbaro manifiesto de decrepitudes
impresas con despropósito en los talleres
decimonónicos de inhóspitos ayeres sin virtudes.
Ah, volumen válido por sus idóneos enseres
para el caos y las vicisitudes
de autores que se tornaron grafías afanadas
en ser la palabra sagrada de multitudes
engañadas con su ideología disparatada
para consagrar supercherías, fetichismos y acritudes…
He ahí el ejército de lectores decadentes.
Engañando y siendo engañados.
Ellas, ellos… Esa gente
que no vio lo que yo sí vi,
ni sintió
lo que yo sí sentí,
que así yo me aparté
de su deletreo senil.
Yo que desperté,
y entendí que vos superabas el colofón zascandil
de la sociedad estabulada en categorías económicas
hasta su extinción dialéctica, rematada por la vil
bazofia de su imperiosa filosofía baldía.
Superabas, incluso, la carne celeste y dariana,
de noble que era tu licor ilocalizable en el vigor juvenil
sin cáliz de mi memoria ni católica ni mundana-
romana. Solamente humana, liberal y viril.
No me atreví a murmurar con premura,
sabiendo que toda ruda conjetura del censor,
en otros episodios, lleva en sí la insegura cerradura
del odio que censura la verdad sin rubor.
Verdad que de todos modos ilustrará lecturas
desautorizadas en la dirección acertada. Mas, primor
es lo mío y no Inquisición. Mientras, inconcusa
te veo cuando la ambrosía del esplendor
adquiere la armonía de tu incontestable figura
que augura el triunfo indispensable
de la belleza, la justicia y el amor.
Pues que caerá toda amargura, todo ser vituperable,
las flemas de infamias que expectoran al traidor
y la miseria humana imperdonable.
Sí, vos, futuro verificable…
Sí, vos confirmás
el primer día de Eva en la Tierra habitable,
entonces pura,
que es femenil, que es indudable:
porque tu escultural talle ni a caricatura
llegaría con el mono de la evolución improbable.
Sí, no encarnarías tan bien ese género de hermosura
entre lo superior, las huestes celestiales y lo Formidable,
gracias al “¡Gloria a Dios en las Alturas!”.
Que así columbramos el incontable
Vocabulario de la Creación en la sideral ternura
del Insigne Inmutable
hasta en los detalles inolvidables de sus criaturas,
que aun prologadas por la sentencia memorable
del polvo eres, y al polvo volverás, la sepultura
no retendrá a los leales del Rabí: “¡Desatadle
y dejadle ir!”. Portentoso Epílogo de la Cultura
Judeo-Cristiana que aún replican: “¡Crucificadle!”,
con la malhadada ruptura —regida
por el cálculo— entre el dicho loable y el hecho execrable
de una palabra sin más vida que la abolida
por una desmedida conducta deleznable.
Hoy radicamos en lo que no es,
pero será y no perecerá intimada
por el ocaso,
porque alba tiene que ser toda aureola amenazada.
(Que esto, digamos, es tu caso,
y es lo que te he querido decir, a vos, blindada
con tu augusta vista de coraza
contra todas las miradas,
desde las malas que van a la caza,
mas no de ningún abrazo
hasta las buenas que pueden ser brasas
y no rescoldos, por si acaso).
III
Vos rebasás
la pedestre imaginación al revés
que es toda superstición enseñada porque-sí
como credo, sin el Dios de Moisés…
El fuerte, misericordioso y piadoso del Sinaí,
cuyo Verbo de prodigios y Éxodo, en el tiarado sin fe,
enquistado sobre el trono de la diosa Vatika, jamás echó raíz.
Ése sospechoso “célibe”
que se habría escandalizado sin ser el de Asís,
al verte y no apreciar el ingrato —que no vive
lo que dice creer, tan duro es de cerviz—
hasta dónde llega la prístina belleza que recibe
el hombre de la viva Creación…
Por preferir
su fosilizada tradición.
Por repetir
el oscurantismo, oficio de perdición y maldición.
Por proferir
la dogmática cismática sin Amén
de su imago mundi embalsamado,
al ciego de abajo como al palaciego del establishment,
hundido arriba a la deriva de su derribado pasado.
Ése del bermejo reflejo
visible del desprecio mundano a Jerusalén,
por ser acervo entero
indivisible de la Humanidad.
He ahí el prestigio sintético del venal imperio
sacramentado
de milenarios favores
a los fervores escorados al que entroniza despiadados,
traidores y oportunistas, urbi et orbi, de todos los colores.
Ése mefistofélico ministerio
aborrascado entre los hombres que nubla el horizonte
de espíritus encorvados, y anatemiza el misterio
más sublime del Firmamento desde los Siete Montes,
que sin ser sagrado, de Cielo y Arte es, que no de beaterios
y gazmoñerías adyacentes.
Antes, ahora o después…
Y se alzará el Verbo del que te hablo.
Porque nada podemos contra la verdad,
sino por la verdad, dijo el apóstol Pablo.
Dirás entonces: Mundo errático.
Que crean lo que crean
incrédulos, fanáticos, filisteos y flemáticos.
Ah, Maga indescifrable
en tu cuadro cromático.
Pero ya sabes que no sabes nada
de las arduas faenas de la fe en el Altísimo Inerrable.
Que los hechos son los verídicos guardianes
impopulares, sea frente a las falacias infumables
o las mentiras más ofuscantes
de bien construidas
que fueron por infames sicofantes.
Sí, como esas encumbradas
hasta la entelequia estalinizadora
de la Utopía, querida Maga.
Esa que arrasó sin piedad Hungría,
persiguió criterios, desfloró Praga
y con la resaca maldita de esos días
de lágrimas, sus devotos dan coces
contra el aguijón con su religiosa “teoría”
de la Historia para ungir a sus dioses
profetas y sacerdotes de arcilla,
a costa de hundir a sus pobres naciones.
Mas el pueblo ahora,
valiente es, y más fuerte lo verés,
que, vibrante, con latidos de paz, ora
con toda la razón
el cambio de la Historia,
cuando —todo Patria, todo corazón—
la hora marque su coruscante aurora.
Que la mejor Revolución
es la Libertad, que es su indelegable Camino, oro
de su propia voluntad, que es Redención
de la Nación. Que es decoro.
IV
Así que vi y sentí
lo que otros no vieron,
ni sintieron en esa época baladí
del declive
de verdades panfletarias
que no sobreviven
—a pesar de ser vendidas como planetarias—
a su incurable distancia del sentido común.
— ¡Eso decís vos!— dirás.
Pero has perdurado, limpio dibujo
de cadencia divina que recordaría a Eva
sin la serpiente que la sedujo.
Tus suaves líneas
que ya el tiempo nada puede agostar,
sino respetar
como el turbio suburbio de oteadas
debe hacerlo con las náyades en los autobuses.
Respetar
tus vedados contornos a los mortales
de este y los demás siglos,
y tu sonrisa. Ese capullo que por labios
asoma su orgullo la rosa más enigmática
de las esculturas, iris de la pintura, aroma de la poesía
oh, Regina Mater de las pinacotecas
que vuelve pretérita aquella que la Mona Lisa poseía.
Mas te creo libre de normas
aunque seas más hermética
que esos dogmas inútiles para el alma
que desde la Edad Media
alientan borrosas apostasías
en medio de los vaivenes de edenes ecuménicos,
y sus desdenes al sencillo adanida,
abrumado por el monumental caramanchel mitológico
de generales conocidas.
Que de esa condición son los ilógicos histéricos
que abominan al Hacedor del Sexto Día de la Vida
por echar a andar los siglos
con solo dos géneros elementales —y todavía
irremplazables— concebidos con Dignidad y Estilo.
V
Pese a todo, Maga incognoscible,
hay amores irrevocables
en el corazón incomprensible
que espera, desde la magra noche inacabable,
el diáfano orto de una sonrisa… Reminiscencia
que puebla de esperanza la incompleta memoria,
y me absolverá de la peor de las sentencias:
tu inabarcable ausencia en mi historia.
En el centro, bajo ese dosel de prodigiosa
obertura, saldadas por paganas lecturas,
estabas vos, Maga inaccesible. Maravillosa
colochona…
Mira…
El libro imposible.
La rima que rime en la cima,
encima de ruines y malsines
de Grecia y Roma, y quizás
de los caínes que tengan en la sima
a tu propio país.
El poema de Rubén
que sus ninfas, Anadiomena
y la blanca Venus impidieron,
de celosas que estaban…
y más Onfalia que viéndose
el sensual vientre,
con vos se comparaba, al verte
libre y serena y sin sandalias siquiera,
con la veste del vértice
de la metáfora impecable
con que todo, sin importarte, lo desdices,
pues enteriza eres… E insoportable
la más de las veces.
Maga inalcanzable.
Porque sabes lo que tienes…
Lo que eres.
La contundencia del Universo
que es una nueva manera de ascender
hasta el íntimo lienzo
que lo acapara todo: Mujer.
VI
Maga imperdonable.
Impoluta. Vívida. Y Vivida.
Siempre estuviste en las entrañas de lo mucho.
De la abundancia.
Te bastabas sola, pero te alimentabas
con el poder que provenía
al verme inerme, sin poder hacer nada.
¡Nada!
Que en eso consiste el dogma fatal
sin cabida en la realidad
ni en la vana cualidad del mortal
sublevado contra el desorden impuesto
a los luengos siglos
por los fugaces que se creyeron el cuento
de “imprescindibles”, pero en los anales del desprestigio
eterno por lo que fueron.
¡Nada!
Ni siquiera lograr un rincón en el zócalo
de tu conmiseración que encontrado fue,
años después, sin estrenar
un solo segundo de una tarde bien acabada
de visitas a los aldeanos pobres.
¡Nada!
Mientras tu risa tatuaba de sonidos
imborrables mi alma abandonada
a las páginas puras de mis años idos
al conocer a la ineludible amada.
VII
Recreada con la soltura luminosa de un diestro
de la paleta y del plectro, de la desesperación
y el temperamento acristalado del maestro,
tus armas inconcebibles fueron tu mirada
hacia otro rumbo, el corazón
palpitando por donde te daba la gana,
la sonrisa entre dientes, hiriente y ardiente,
que al fuego lento
del hastío me quemaba
en el frío de ser apenas evidencia
de lo que no fue,
la fotografía nunca tomada,
el agua jamás bebida,
el nombre no pronunciado por los labios más deseados,
la Torre de Babel
que cada quien construye para ningún lado,
el versículo apócrifo del infiel
en el canon sagrado,
la envidia afilada que ya no pudo cortar el pincel
que te poseyó.
El final que nunca tuvo el absolutorio laurel
del Había una vez…
VIII
¡Ea! Maga, te dije insensible,
pero sabes que tu sosiego triunfal
de encantos podría amontonar mis odios
más profundos.
Mas noto que ya los años
no pueden añadir más, ni mayores,
ni inferiores, que todo es dolor hogaño
del mismo color triste del óleo de los pintores
menores que con vos alcanzarían el peldaño
de la gloria.
Vos
que los salvarías del olvido.
Vos
que carecés de la implacable vertiginosidad
de la edad que nada distingue,
todo lo apaga, todo lo extingue,
todo lo da por concluido,
menos la debilidad por la inconfesada
fascinación que mantiene un corazón encendido.
Solo tu nombre es.
Recordemos eso.
Entonces seremos.
Vos
para mí en la distancia.
Yo
sin ser el epicentro incómodo de tus calendarios.
Es decir,
el mundo contiguo a la indiferencia
del que apedrea de nuevo la Verdad, en vez de bendecir
a los profetas.
La insulsa doctrina que persigue la lucidez.
Las dos campanas que suenan, pero solo una
escucha el prelado, el alcalde y el magistrado…
La contrariedad del vasto fracaso.
El Aleluya de Haendel
entonado por pecadores sin remedio
pero más sinceros que los santulones de Luzbel.
El capítulo ignoto de la Cueva de Montesinos
donde se cuenta la quimérica
aventura nunca publicada que el destino
le deparó al valeroso Don Quijote en América.
La Libertad
que no es ninguna estatua de hierro y cobre,
ni propiedad del que alza su Paraíso
sobre el averno de los pobres.
La única Granada que da lustre
al planisferio que siendo la enhiesta
madre Mediterránea, también es hija lacustre
al pie de la Mar Dulce, del linaje de poetas
más grande con el sello lírico del ilustre
Alberto Cuadra, y de las miríficas isletas
con que el Mombacho repartió su cumbre
a la parcela de Cielo que completa el planeta.
Vos misma, Maga inasible.
¡Oh, joya de Goya!
Maga-Maja insustituible que rompes el tedio
al verte solamente para perderte
en las visitas guiadas
a la eternidad de no poseerte…
Vestida o Desnuda.
Edwin Sánchez
Lunes 27 Enero- 9 de marzo 2025